Sedna, colgando del costado del barco, rogó a su padre que la salvara. La tormenta fue creciendo en violencia y el padre de Sedna fue cortándole los dedos uno a uno. Según caían al agua los dedos de Sedna se transofrmaban en focas, ballenas y narvales. Antes de que Sedna cayera en las aguas su padre le sacó un ojo. Sedna descendió al mundo inferior del fondo del mar, donde se convirtió en dueña y señora de los mamíferos marinos que antes fueran sus dedos. El padre de Sedna llegó a su pueblo. Mientras estaba echado en su tienda la marea subió y se lo llevó . Ahora vive en casa de Sedna, cuya entrada guarda su perro.
Los mitos y las historias orales de los pueblos árticos acentúan sobre todo las relaciones espirituales entre los seres humanos y los animales. Los animales son los principales suministradores de alimentos, por lo que su caza y el subsiguiente tratamiento de sus productos están relacionados con complejos rituales. Entre los nenets, los chukchi y los evenk de Siberia los renos, osos, lobos y zorros son personajes animales dominantes en mitos y leyendas; mientras que los mitos inuit giran en torno a focas, ballenas, morsas y peces como la umbra ártica. Para los pueblos árticos los animales son seres espirituales dotados de alma. En cuanto tal, tratarlos mal supone un peligro para los seres humanos. En la región ártica domina la creencia fundamental de que los animales tienen un amo o guardián que sólo los deja al cuidado de las personas cuando éstas lo tratan con respeto y cortesía. El mito inuit de la Mujer del Mar (Sedna o Nuliayuk) refleja la creencia de la unidad de todo lo que vive, simbolizando al tiempo las tensiones entre los mundos humano y animal, entre los cuales Sedna actúa como mediadora.
Dibujo: "Retrato de Sedna" por Lamat Oxlahun
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