jueves, 18 de octubre de 2007

Desacorazada

La mejor defensa es el ataque. Cultura de la ofensiva en la que fui creciendo, enfrentándome al mundo y confrontándo al sexo opuesto. Predispuesta a atacar antes de recibir la flecha. Entiendo que es una excelente manera de demostrarle al universo mi solidez; lo fuerte que me han hecho los cachetazos de la vida. De esta forma parecería más simple no asumir las consecuencias.

En la medida en que voy tejiendo mi propia protección, mi Ego permanece aparentemente invulnerable, desafectado de un posible rechazo.

"No es miedo" se dice a sí mismo, sino una coraza que me va a salvaguardar del sufrimiento.

En posición fetal, creyendo estar protegida, descubro que no estoy sola allí dentro. Que la coraza no me protege de mi sombra y ni siquiera es impenetrable a los rayos de la luna. La pared se agrieta y comienzo a divisar un horizonte cercano de tonalidades violáceas. Despliego cuidadosamente cada dedo de mi mano mientras un sueño viene a mí. Se abren mis codos, mis hombros y finalmene la espalda. Mi pecho hundido pasa ahora por delante de mi eje acariciando el aire primaveral. Asomo un pie hacia el exterior pero temo caer al vacío. No veo una base sólida, y aún con terrible negación me animo a pisar afuera de mí.

El suelo es blando pero logro sostenerme y a medida que camino las rodillas van dejando de temblar. El ritmo va ganandome la confianza.

Se siente cómodo, se siente dulce, se siente libre.

2 comentarios:

despejada dijo...

Que bueno que puedas ir pisando firme aunque sientas que el suelo es blando, que bueno que "El ritmo va ganandome la confianza" ...
Que bueno que caigan las corazas, que caigan las murallas ... y mientras ir aprendiendo que derribar muros no implica exponerse, sino abrirse...
Besos y te quiero...

Lamat Oxlahun dijo...

Gracias por leerme tanto, amiga. Un placer saber que caminamos de la mano por la vida.