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Hace unos días, leía al periodista Jorge Lanata retractarse sobre sus propias palabras esperenzadoras. Envuelto en el sentimiento renacedor que se diseminaba por los medios del todo el mundo respecto a la asunción del nuevo presidente de los Estados Unidos, Lanata creyó, por un instante (y así lo plasmó en uno de sus artículos), que el cambio era posible hasta que un sin fin de lectores atemorizados porque un virus de ingenua esperanza hubiera afectado a un hombre tan inteligente y agudo crítico de la realidad, le cayeron encima para convencerlo de lo contrario.
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"OK, manga de cínicos y cobardes, me convencieron: Obama no va a cambiar nada. Nada. Tuve –en la edición de ayer– un momento de debilidad. Cometí el pecado de la ingenuidad. La jauría me cayó encima." se defendía Lanata en la contratapa del diario, al día siguiente.
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La crisis nos pega en el bolsillo y en el ánimo. Es cuando no sabemos de qué agarrarnos para creer, para confiar que vamos a estar mejor. Y ahí aparece la FE que nos mira desde la ventana esperando que la dejemos entrar. Y la ESPERANZA -que siempre quiso convencernos de que nunca fue hermana de la INGENUIDAD- se está preparando porque sabe que tendrá que trabajar mucho en los días venideros. La esperanza no está en crisis; somos nosotros los que estamos en crisis con ella.
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La esperanza de que el mundo pueda cambiar está puesta en un cambio de conciencia social y política. Esperamos que las cosas cambien, pero para ello todos necesitamos cuestionar nuestra estructura de valores y principios morales y sobre todo de nuestros prejuicios. Podemos tejer un sin fin de supocisiones, estudiar durante años el comportamiento de los políticos, las sociedades, la economía, pero siempre aparecen variables inesperadas que hacen que las cosas se desenvuelvan más allá de todos los pronósticos. Y a pesar de las profecías, estadísticas y estudios realizados por científicos e intelectuales, hay un universo que desconocemos y que si conociéramos seríamos Dios. Pero no lo somos. Entonces Dios se ríe, nos ve paranóicos consumiendo lo que los medios nos informan y cambia el desarrollo de las cosas, o quizás somos nosotros mismos que lo cambiamos cuando leemos las noticias y vemos que el mundo se va al tacho y necesitamos de ese fresco cachetazo para reaccionar, aunque no sea verdad lo que los medios informen.
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"La última mujer del Che dijo al diario El Pais de Madrid: -Niña, ni Jesucristo sabe lo que va a pasar. Ojalá Obama cumpla y haga un cambio."
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El momento es ahora. Es hoy cuando necesitamos creer que vamos a salir adelante y actuar en cosecuencia con ello. Y si nos equivocamos, el error al que nosotros llamamos como tal nos enseña tanto como hacer las cosas bien. Sólo nos queda animarnos. El intento vale la pena.
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2 comentarios:
diosa,me gustan mucho tu articulo y tu blog !!!Una nueva forma de hacer nacer conciencias
El cambio es una cosa de todos y cada unos de nosotros...
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