Me pregunto si existe un modo o una manera correcta de hacer las cosas.
Aunque el abanico de posibilidades abarca tantos planos inimaginables para nosotros, insistimos en anclarnos en estructuras morales, leyes y condicionamientos sociales que nos atraviesan cristalizando nuestro hacer cotidiano.
Creo que los valores que nos permiten discernir el bien del mal son inherentes al corazón de cada ser, de las experiencias que lo han moldeado y transformado. Me planteo cómo mi mente ha formateado mi percepción a tal punto que me encuentro discutiendo con ella y le pregunto si realmente no es ella la que me limita con sus pensamientos todas mis capacidades.
Me parece un infinito inabarcable poder desentramar los limitantes autos impuestos de mi mente, y una vez más estoy cuestionándole si es tan inabarcable como creo o es en sí una tarea posible con cada barrera que voy derribando.
La síntesis de esta reflexión la encontré en el lugar menos pensado pero así como con los boletos, puedo afirmar que las respuestas están ahí y son tan evidentes que basta con detenernos a observarlas.
La respuesta la encontré caminando por la avenida Jujuy, en la marquesina de un quiosco que anunciaba su nombre. Podría haber sido “el rincón de lo dulce” pero afortunadamente para mí se llamaba: Kiosco "No te reprimas”
Aunque el abanico de posibilidades abarca tantos planos inimaginables para nosotros, insistimos en anclarnos en estructuras morales, leyes y condicionamientos sociales que nos atraviesan cristalizando nuestro hacer cotidiano.
Creo que los valores que nos permiten discernir el bien del mal son inherentes al corazón de cada ser, de las experiencias que lo han moldeado y transformado. Me planteo cómo mi mente ha formateado mi percepción a tal punto que me encuentro discutiendo con ella y le pregunto si realmente no es ella la que me limita con sus pensamientos todas mis capacidades.
Me parece un infinito inabarcable poder desentramar los limitantes autos impuestos de mi mente, y una vez más estoy cuestionándole si es tan inabarcable como creo o es en sí una tarea posible con cada barrera que voy derribando.
La síntesis de esta reflexión la encontré en el lugar menos pensado pero así como con los boletos, puedo afirmar que las respuestas están ahí y son tan evidentes que basta con detenernos a observarlas.
La respuesta la encontré caminando por la avenida Jujuy, en la marquesina de un quiosco que anunciaba su nombre. Podría haber sido “el rincón de lo dulce” pero afortunadamente para mí se llamaba: Kiosco "No te reprimas”
1 comentario:
Que lindo post amiga!!!
Muy relacionado con lo que pudimos compartir entre mate, musiquita y cosas dulces el sábado...
Que importante es poder identificar cuáles son esos preceptos que nos condicionan y tratar de replantearlos para vivir armónicamente...
Esclava de mi mente, canto "hope of deliverance"
Te quiero mucho!!!
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